Borregotito
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maschio (50) da Mexico, Mexico in cerca di femmina, coppia.

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UNA SORPRESA... DE PELOS

A Claudia la conocía de las juntas en el colegio de mi hija y después, al inicio de la cuarentena, la vi en el grupo del salón. Nuestras hijas iban en el mismo grado, aunque entre ellas no se hablaban. Sabía que era divorciada y que no llevaba buena relación con el papá de su hija, pues siempre se atrasaba en la colegiatura argumentando que no le habían depositado. Es una mujer de 1.65, muy blanca, de pelo negro y grandes cejas y pestañas, y apenas poquito pasada de peso, pero nunca vi bien su cuerpo porque a las juntas iba impecablemente vestida de traje sastre. Al inicio de la cuarentena, un día me mandó un mensaje directo para preguntarme qué pensaba de las medidas del colegio y a partir de ahí comenzamos a chatear. No intimábamos mucho, pero quedamos de vernos después que pasara el encierro (jajaja). Una tarde, vi un par de llamadas suyas. No respondí porque estaba trabajando, ya como a las 10 me volvió a marcar. Necesitaba verme. Su tono de voz me pareció raro y me preocupó, le dije que le marcaba cuando terminara de trabajar. En ese par de horas, me llenó el chat de mensajes, fotos y un video de su departamento. Me volvió a llamar y me invitó a su casa a tomar una copa, a lo cual accedí. Claudía me dijo que no tocará el timbre y bajó a abrirme, llevaba una bata muy corta y sandalias. Sus pies ya los conocía por las fotos que le había pedido, pero sus piernas me sorprendieron, eran fuertes y con un poco de celulitis. Me hizo pasar a un cuarto de TV y me dijo que no hablara porque su hija se podía despertar. Yo estaba sacado de onda. Me sirvió un tequila y se puso a bailar un reguetón que estaba en la pantalla, al acercarse a mi cara adecir salud me di cuenta que olía mucho a tequila. Al moverse para bailar, pude ver que no traía calzones. Me dijo que siempre le había gustado, pero le daba pena hablarme y de repente me agarró la verga con fuerza y me dijo: "¡Préñame!" Su propuesta me dejó desconcertado, porque yo siempre la había visto como la mamá bonita y seria del salón, pero cuando metió su lengua en mi boca dije: Va. Me jaló apresuradamente a su cama y se tiró de espaldas, cuando le levanté la bata verde me encontré con el pubis más peludo que hubiera visto en mi vida., como de aquellas películas de los 70 que tanto me calentaban. Los pelos se le desbordaban hacia la parte alta de sus muslos y no me dejaban ver su raja. No pude hacer nada más. Cuando me acerqué, me tomó la verga y se la ensartó en la panocha, que estaba muy cerrada por la falta de sexo. Me apretó tan fuerte con sus piernas que no me dejó salirme. El coito terminó de frente. ella gemía y gemía y pedía más, pero cuando escuché la voz de su hija en el pasillo, me vestí y esperé a que Claudia la mandara a dormir para poder salirme. Claudia se fue a provincia para pasar unos meses Cuando le menciono la delicosa panocha que tiene le da pena y sólo me ha mandado una foto de esa maravilla.

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LOS OLORES DE VIVI

Una noche de domingo pasé a tomarme una cerveza al bar y como siempre estaba Vivi, una mesera chaparrita cercana a los 40 años que había trabajado en cierto lugar donde las chicas visten como animadoras deportivas. Como siempre me senté en la barra y de repente la voltee a ver cuando acercó su cara a su axila: "Es que no me puse desodorante porque se me acabó, pero no huelo, mira..." Y acercó su axila a mi cara. Tenía un ligerísimo olor a sudor y el roce de sus vellos rasurados me prendió. Vivi me volteaba a ver divertida, no era mi amiga, pero a veces charlábamos de cualquier cosa. De repente se metió al baño y al salir se acercó a mí. "¿Quieres oler otra cosa?" Y acercó sus dedos índice y medio de la mano derecha a mi cara. Tenía un fuerte olor a su sexo. Un olor penetrante y delicioso. Tres o cuatro tragos después, le dije: "Métete el dedo en el culo, quiero olerlo". Se sonrojó y siguió trabajando, pero en algún momento de acercó y me puso el dedo cerca de la cara. Esperé a que terminara su turno, ese día le tocaba cerrar. Le dije que no pidiera taxi, que yo la llevaba a casa. Como a las 4:00, cuando ya sólo le faltaba sacar a la otra mesera, regresé al bar y ahí, en la mesa de billar, me dejó chupar su panocha casi depilada. En la bodega, recargada entre cajas de cerveza le di una cogida que no se volvió a repetir.

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