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teniendo sexo en plena clase...

Mis ojos estaban empezando a cerrarse cuando sentí una mano en mi muslo, justo donde empezaba la falda. Di un respingo porque no me lo esperaba y le miré, el era la única persona que estaba a mi lado y que hacía como si siguiese tomando apuntes mientras una sonrisa traviesa se dibujaba en la cara. Moví la pierna para apartar esa zarpa de mi, pues me estaba empezando a calentar al notar su piel con la mía. Él no solo no la retiró, sino que apretó con un poco más de fuerza mi pierna.

-¿Qué estás haciendo?- quise saber, susurrándole por lo bajini para que nadie se percatase de lo que estaba pasando.

  • Nada, solo tomo apuntes. Deberías hacer lo mismo.

Y mientras decía esto sin dejar de escribir con una mano, con la otra subía con rapidez hacía dentro de mis muslos. Me puse en tensión y empecé a ponerme nerviosa, estábamos en medio de una clase, delante de un profesor, en mitad de una clase. Pero tenía que admitirlo me estaba empezando a poner cachonda. Y eso debía de saberlo él también porque me miró a la cara y me guiñó un ojo. Era mi mejor amigo, sabía todos mis secretos. No le había ocultado nada. Intenté volver a coger apuntes, aunque no entendía el jueguecito de mi amigo, ¿qué se proponía? Calentarme sin más en medio de una clase. Me entró la curiosidad y me di cuenta que estaría dispuesta a dejarle hacer, para descubrir hasta donde llegaría.

Su mano ya estaba entre mis muslos, su presencia allí no me desagradaba, es más me gustaba, así que abrí un poco mis piernas para tener mayor comodidad, tanto su mano como yo misma. Mi amigo acarició la parte de mis piernas oculta por la falda, aquella carne sin recubrir por ropa. Y no se detuvo allí. Notando como subía el calor en mí, quizás por quien era o por donde lo estaba haciendo estaba mojadísima y mis labios vaginales palpitaban de ganas por ser acariciados. De pronto pensé que aquello no estaba bien. Estaba hablando de él, mi mejor amigo. ¿No había rechazado a varios de mi clase porque no quería tener líos con ellos? Me agobié y quise cerrar de nuevo las piernas e impedir que aquello fuera a más, aunque mi cuerpo pedía todo lo contrario.

Cuando notó mi intención de cerrar el paso a sus pervertidos movimientos, se inclinó hacía mi y me susurró con una voz ronca que jamás había oído en él, que hizo que todo mi vello se erizara de gusto: " No te asustes cielo, solo déjame tener por un momento lo que otros han disfrutado" Y no pude resistirme. Su voz, sus ojos, su mano dentro de mis muslos, mi cuerpo y mi coño se dejaron llevar por esa voz sensual y esa petición que estaba fuera de nuestra amistad. Por otra parte mi mente estaba intentando hacerse oír entre mi calentura. Mi voz interior, mi razón me decía una y otra vez que aquello estaba mal, que era mi amigo por encima de todas las cosas. Se lo dije a él para callar de una vez aquella vocecita que no me permitía abandonarme por completo al placer. "No pasa nada, esto no cambiará nada entre nosotros dos, será nuestro pequeño secreto Sharay" y como si hubiese sido lo que estaba esperando escuchar, callé mi voz de un plumazo abriendo por completo mis piernas, dejándome hacer por esa mano amiga.

El profesor continuaba en su interrumpido discurso, escuchaba el rasgar de los bolis de los alumnos de fondo mientras uno de sus dedos ya estaba acariciando con suavidad mi coño por encima de las braguitas. Todo mi cuerpo estaba en tensión y miré a mi alrededor. Nadie, absolutamente nadie estaba a nada más que no fuese la clase y los apuntes, me alegré por ello. Me recliné un poco en mi silla para disfrutar más de ese prohibido momento mientras simulaba escribir en el folio, tan solo hacía borra tajos. Mi cuerpo quería rendirse al placer, quería soltar un gemido leve cuando noté el travieso dedo de mi amigo dentro de mis bragas, haciéndose paso hacía mi rajita. Notaba mi humedad y el calor corporal. Agradecí estar en ese sitio oscuro y alejado de los demás. Mis pezones estaban duros como piedras y se transparentaban a través de la camiseta porque no llevaba sujetador. Me mordí los labios para que no se terminase ese placentero momento con una advertencia del profesor. Mi mejor amigo se apoyó un poco más en mi para estar más cómodo mientras sus dedos jugueteaban con mi clítoris. Introdujo uno de ellos dentro de mi y creí morir del placer. Me encorbé casi sin que se notara y regresé de nuevo a mi posición.

Miré a mi amigo que estaba sonriendo de placer al verme sufriendo y retorciéndome de placer. Comencé un movimiento suave de caderas, me estaba follando a mi misma con sus dedos, quería aumentar el ritmo, quería subirme ahorcajadas encima de él, quería tocarle su polla y metérmela dentro de mi ser. Sentirla dentro. No quería dedos. No me eran suficientes, quería pollas. Pero todo aquello era imposible, al menos por ahora. Introdujo un dedo más. Mi mano se deslizó, imperceptiblemente debajo del pupitre, directo a los pantalones de mi amigo, a la zona del paquete. Noté de inmediato su calentura y su miembro se hinchó un poco al notar mi mano allí. Lo acaricié con ternura por encima de sus pantalones. Hasta que note esa polla en toda su magnitud y consistencia. Él seguía con sus dedos dentro de mi, en un mete y saca, suave y decidido. Mis caderas iban y venían.

Abrí el cierre de los pantalones con la ayuda de mi otra mano. El ambiente se estaba llenado de ese característico olor a sexo. Más concretamente a mi olor, estaba muy mojada. Podía notar mis muslos completamente empapados y sus dedos deslizándose sin problemas dentro de mi. Bajé su cremallera y con verdadera insistencia introduje mi mano y comencé a meneársela. El metió su otra mano dentro de mis bragas. Ahora con una me follaba y la otra me acariciaba el clítoris. Mis movimientos se hicieron más rápidos. Lo sentía venir mientras pajeaba a mi amigo que me miraba con cara de éxtasis. Dejé de oír al profesor, dejé de escuchar el pasar folios o rasgar con los bolis, no sabía si estaba siendo discreta. Solo podía concentrarme en mi placer. En ahogar mis jadeos. En el latir apresurado de mi corazón y en la respiración entrecortada de mi mejor amigo a la vez que mi mano le daba placer.

Entonces noté llegar ese momento de placer absoluto, me quedé completamente quieta y cerré mis ojos mientras enterré mi cara en el hombro de mi amigo para evitar soltar un gemido incontrolable, con sus manos dentro de mi notó como me vine. Cuando me recuperé un poco, continué con mi tarea de hacerle sentir el mismo placer que él me había hecho sentir. Mi mano derecha estaba masturbando su polla, un pedazo de carne que ahora que no estaba siendo follada por los dedos de mi amigo podía admirar, era grande y gruesa. De ese tipo de pollas que sabes que te van a hacer llegar al séptimo cielo. Mis ganas de ser poseída por él crecieron. Con mi otra mano acariciaba sus huevos y no me detuve hasta que se puso en tensión y comenzó a correrse. Instintivamente él cogió unos pocos folios y se tapó para no ponerse perdido los pantalones. Soltó un largo suspiro y arrugó los papeles llenos de su propio semen. Comprobó que no se había caído nada en los pantalones. Nos miramos y sonreímos. Luego nos esforzamos por recobrar la compostura. Me coloqué bien las bragas y él se metió su polla dentro y se abrochó. Miramos alrededor pero nadie parecía haberse dado cuenta de nada. Aspiré un poco de ese olor a sexo que impregnaba esa parte del aula.

  • A ver por allí al fondo- oímos decir al profesor. Nos pusimos en tensión- dejar de hacer ruido o tendré que pediros que salgáis de clase. Sonreirmos sin decir nada y regresamos a hacer como que atendíamos en clase-

Tenía que admitir que no había estado mal. Cogí el boli que había abandonado hacía un poco para disfrutar del placer y garabateé a mi amigo en un trozo de folio: "esto no va a quedar así" Leyó el mensaje con una sonrisa en la cara y me hizo una señal de que este no iba a ser el único momento de placer entre nosotros dos. Pero eso será otra historia.

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